El día en que mis primas te presentaron ante mí no llegué a suponer que estarías conmigo incluso cuando ya ellas se hubieran ido.
Una vez que cometes un error, si te gusta y sabes manejar la situación, lo cometes de nuevo y de nuevo. La angustia pasó, y el error lo cometí una y mil veces mas...
Te quedaste Violeta, allí, tentándome..
Los años pasaron, la pubertad evolucionó, y con ella se intensificó el deseo que sentía por ti.
Tu, por otra parte, encontraste la manera de mantenerte siempre fresca, nueva, y en ocasiones mas atractiva de lo que me era posible soportar.
Eras la mano que mueve al títere... y yo era tu títere... o al menos empezaba a serlo, porque esa sutil guerra fría entre tu y yo empezaba a ser controlada por ti.
Lentamente me dabas lo que quería, y yo creía satisfacerme, haber vencido, haber extendido mi dominio sobre ti, sin darme cuenta que me dabas de comer, pero nunca lo suficiente... siempre me mantenías con ganas de más.
Me dejaste nadar en tus aguas, me diste la seguridad de ser un rey en ellas....
Siempre me diste a las que quería, a casi todas, pero no todo lo que quería de ellas...
Y así mantenías tu poder...
“Mira pero no toques... Toca, pero no pruebes... Prueba, pero no saborees...”