miércoles, 29 de julio de 2009

Violeta III


Se desnudó en mi cama, yo me arrodillé en el piso, ella me lanzó la almohada, yo agradecí el sacrificio de mi alma atormentada en ese cuerpo divino, y me olvidé en la nada.

Ella me invitó a tomarla, y yo seguí mis instintos, mis memorias se borraban, iba perdiendo los juicios de mi mente enmarañada, sólo escuchaba suplicios, pinceladas en porcelana...

Sólo me dejé caer, ella sabe que... sólo me dejé caer...

Me despierto en la mañana, y ella ya no está conmigo, no hay recuerdos nada, ella no deja vestigios, y la soledad me embarga, vuelvo otra vez a mis juicios, ni siquiera “hasta mañana”...

Me asomé a la ventana...
Ya no queda nada...

miércoles, 22 de julio de 2009

Treefingers: Llamémoslo Valentía


Una vez fui ciego. Creí tener razón en todo lo que pensaba. Mi primera esposa, luego de seis años y pico, me abandonó por una mujer de la cual se enamoró. Lo hizo porque, en seis años, ni siquiera recordaba el color de sus ojos. Lo hizo porque creí conocerla mas de lo que ella se conocía a sí misma. Lo hizo porque hice de ella un objeto de satisfacción, y vi en ella todo lo que quería ver, sin fijarme en lo que ella realmente era. Tenía razón: era un ciego.

Conocí a una chica. Y me casé con ella. Creí que me amaba. No vi que se casaba conmigo porque buscaba escapar de su papel de amante, de tercera en otra relación. Y una vez que no tuvo impedimentos para ser mas que una simple tercera en esa relación, una vez que logró ser más que eso, me abandonó. Se fue con la presa que su rival soltó. Me usó. Y me dejé usar, porque estaba ciego. No vi que, más que amarla, lo que buscaba era huir de mi soledad. Lo que buscaba era satisfacer mi necesidad de sentirme querido.

“A veces no te das cuenta que has cruzado una línea hasta que estás del otro lado. Claro que para entonces ya es demasiado tarde...”

Sin embargo abrí mis ojos. Comprendí que Dios no me odiaba, que era yo el ciego, el único responsable de que estas decepciones pasaran. Y perdoné. Comprendí que no puedo culpar a los demás del “amor” que sienten, cómo lo sienten, cómo lo definen. Soy amigo de mis ex-esposas, y sus respectivas parejas. Y no odio a nadie, no soy un resentido, porque todos somos diferentes. Al abrir mis ojos, pude ver.

De nuevo estoy casado, pero ahora más que mendigar amor, doy amor... Y si algo desagradable me llegara a pasar, comprenderé que la culpa no es de Dios. Y le doy gracias por darme un corazón lo suficientemente valiente como para poder luchar conmigo cuando me agobian mis pesares, y seguir adelante, porque la vida continúa...

jueves, 9 de julio de 2009

Sueños



Siempre lo mas difícil es despertar,
pues me doy cuenta y tu no estas,
por eso a veces tanto quiero estar,
en otro lugar y no volver jamas.

Sueño contigo y estas dormida,
ya yo estoy despierto y te llevo la comida,
abres tus ojos y sonríes tímidamente,
mientras yo lleno tu cara de besos lentamente.

Te digo que te quiero como si el mundo acabase,
con tintes grises de una temprana mañana,
tu cabello, tus labios, mi veneno en un envase,
tan pequeño pero con un corazón tan grande,
que hace que te quiera y te ame siete días a la semana.

Y es tu amor, tu sonrisa, extrañarte me da prisa,
por oír tu viva risa,
por encontrarte en el parque de juegos,
por mirar la luna en velo,
por sentir un abrazo y un susurro en el espacio.

Verás que ayer soné contigo,
y como cada sueño repetitivo,
el tuyo también es parte del destino,
pues cada sueño para mi es una realidad que cobra sentido.

Hoy lo escribo en mi libro,
para recordarte con alivio,
y soñarte estando vivo,
mientras beso tu vestido.

Gracias niña por este descanso,
por extrañarte dormido,
por hacerme ver mientras estoy lejos,
que quererte a ti es mi destino.
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